Colegio Claret de Bahía Blanca: 50 años educando al
servicio del Evangelio
El Colegio Claret
de Bahía Blanca (Argentina) se creó en el año 1962, por iniciativa de una
comisión de laicos de la Parroquia Claretiana "Inmaculado Corazón de
María" que obtuvo de la
Congregación la autorización para funcionar en una casa
antigua lindera de la parroquia. Son sus inicios los de una Escuela Parroquial.
Los esfuerzos y
objetivos se centraron en el crecimiento del mismo y en el logro de un buen
nivel académico. En poco tiempo se necesitó ampliar la estructura iniciándose
un proyecto de construcción. Este fue holgadamente superado por el crecimiento
de la matrícula teniéndose la necesidad de emprender uno mayor y con proyección
al futuro. En él se volcó toda iniciativa, esfuerzo y presupuesto, hasta 1985
que se inauguró un edificio de tres plantas donde funciona el nivel primario y
secundario, teniendo el nivel inicial el suyo propio.
Estos esfuerzos
fueron asumidos por la
Comunidad Educativa y por la Congregación , que en
aquel tiempo el vínculo que existía entre ambas era solo administrativo-legal.
No había un planteo congregacional acerca de la existencia de los colegios como
centros de evangelización, esto se daría años más tarde.
Respecto de las
familias, la motivación para la matriculación de los hijos estaba dada por el
prestigio alcanzado en lo pedagógico, la calidez en el trato, el respeto y la
continencia del alumno.
A lo largo de la
década del ochenta la congregación inició un proceso de revitalización de las
escuelas, siendo uno de los disparadores más importantes para la jerarquización
de los centros educativos como ámbitos privilegiados de evangelización, la
reunión realizada en Lima (Perú) de CICLA en 1987. La fundamentación de estos
cambios viene dada desde los documentos de la Iglesia Gravissimun
educationis, Gaudium et spes, Lumen gentium, Evangelii Nuntiandi, Catechesi
Tradendae, La Escuela
Católica , El laico católico testigo de la fe en la escuela,
enriquecidos a su vez con los documentos y publicaciones congregacionales:
Escuela misionera y profética, Servidores de la Palabra , Claretianos
educadores en la misión educativa de la Iglesia (1990); junto con los documentos del
Episcopado latinoamericano: Puebla y Santo Domingo y documentos del Episcopado
Argentino como Educación y proyecto de vida, Iglesia y comunidad Nacional.
En 1992 se inició el proceso de transición hacia la Misión Compartida ,
delegando en un Representante Legal y un Consejo de Conducción de laicos, la
gestión y animación de la Comunidad Educativa. Fueron tiempos de concientización y de paulatino cambio para asumir la
evangelización y la catequesis como lo fundamental que justifica al Proyecto
Educativo Católico.
Se trabajó en
reuniones de formación permanente para docentes y padres, se inició una
reflexión comunitaria sobre el proceso educativo, se comenzó a vivir el carisma
claretiano como compromiso y servicio, se valoró a la familia como destinatario
preferencial de evangelización; se acompañó el proceso de maduración de cada
uno de los miembros de la comunidad para que asuman libre y responsablemente el
servicio, redescubriendo el valor de la comunidad y su corresponsabilidad
en la transformación de la misma. La implicancia de todos los estamentos
en la formación integral del alumno se dio paulatinamente.
Se fue pasando
así a un colegio en clave pastoral donde hoy existe una Comunidad Educativa,
donde se tiende a que toda actividad sea evangelizadora, en la cual todo agente
educativo en proceso de maduración es evangelizador, promoviendo a todos los
núcleos de la
Comunidad , esforzándose por construir el Reino.
Además de la
catequesis escolar, surgieron como experiencias evangelizadoras dentro de la
pastoral educativa el grupo misionero con jóvenes, el grupo de padres de apoyo
a las misiones, la infancia misionera, grupo de delegados de curso y
animadores. Se organizaron encuentros, semana vocacional, proyecto de vida,
convivencias, misa mensual comunitaria, campamentos, celebraciones con padres
por grupo áulico.
Todos los esfuerzos siguen estando hoy al servicio de la construcción de una
Comunidad Solidaria y Fraterna, que propone el diálogo con el Evangelio desde
una postura convergente e integradora en la misión trascendente de la historia,
comprometida con la dignidad del hombre, desde el diálogo, la tolerancia, el
respeto y la colaboración. Así asumimos con responsabilidad, conciencia
crítica, mirada amplia el acontecer social, cultural y eclesial, situación
desafiante que pone a prueba nuestra capacidad de iniciativa, de coordinación y
de compromiso misionero.
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