martes, 17 de abril de 2012

Bases para el concurso de murales


murales -

Bases para la muestra de artes plásticas


artes pl�sticas -

Bases para la muestra de expresiones teatrales


teatro -

Bases para "Un canto para Claret"


canto -

Bases para un esquema claretiano


esquemas -

Documentos de la vida de Claret


Documento -

Para reflexionar


Para reflexionar -

Biografía de San Antonio María Claret


Biografia de Claret -

Reseña histórica


Colegio Claret de Bahía Blanca: 50 años educando al servicio del Evangelio

El Colegio Claret de Bahía Blanca (Argentina) se creó en el año 1962, por iniciativa de una comisión de laicos de la Parroquia Claretiana "Inmaculado Corazón de María" que obtuvo de la Congregación la autorización para funcionar en una casa antigua lindera de la parroquia. Son sus inicios los de una Escuela Parroquial.
Los esfuerzos y objetivos se centraron en el crecimiento del mismo y en el logro de un buen nivel académico. En poco tiempo se necesitó ampliar la estructura iniciándose un proyecto de construcción. Este fue holgadamente superado por el crecimiento de la matrícula teniéndose la necesidad de emprender uno mayor y con proyección al futuro. En él se volcó toda iniciativa, esfuerzo y presupuesto, hasta 1985 que se inauguró un edificio de tres plantas donde funciona el nivel primario y secundario, teniendo el nivel inicial el suyo propio.
Estos esfuerzos fueron asumidos por la Comunidad Educativa y por la Congregación, que en aquel tiempo el vínculo que existía entre ambas era solo administrativo-legal. No había un planteo congregacional acerca de la existencia de los colegios como centros de evangelización, esto se daría años más tarde.
Respecto de las familias, la motivación para la matriculación de los hijos estaba dada por el prestigio alcanzado en lo pedagógico, la calidez en el trato, el respeto y la continencia del alumno.
A lo largo de la década del ochenta la congregación inició un proceso de revitalización de las escuelas, siendo uno de los disparadores más importantes para la jerarquización de los centros educativos como ámbitos privilegiados de evangelización, la reunión realizada en Lima (Perú) de CICLA en 1987. La fundamentación de estos cambios viene dada desde los documentos de la Iglesia Gravissimun educationis, Gaudium et spes, Lumen gentium, Evangelii Nuntiandi, Catechesi Tradendae, La Escuela Católica, El laico católico testigo de la fe en la escuela, enriquecidos a su vez con los documentos y publicaciones congregacionales: Escuela misionera y profética, Servidores de la Palabra, Claretianos educadores en la misión educativa de la Iglesia (1990); junto con los documentos del Episcopado latinoamericano: Puebla y Santo Domingo y documentos del Episcopado Argentino como Educación y proyecto de vida, Iglesia y comunidad Nacional.
En 1992 se inició el proceso de transición hacia la Misión Compartida, delegando en un Representante Legal y un Consejo de Conducción de laicos, la gestión y animación de la Comunidad Educativa.  Fueron tiempos de concientización y de paulatino cambio para asumir la evangelización y la catequesis como lo fundamental que justifica al Proyecto Educativo Católico.
Se trabajó en reuniones de formación permanente para docentes y padres, se inició una reflexión comunitaria sobre el proceso educativo, se comenzó a vivir el carisma claretiano como compromiso y servicio, se valoró a la familia como destinatario preferencial de evangelización; se acompañó el proceso de maduración de cada uno de los miembros de la comunidad para que asuman libre y responsablemente el servicio, redescubriendo el valor de la  comunidad y su corresponsabilidad en la transformación de la misma.  La implicancia de todos los estamentos en la formación integral del alumno se dio paulatinamente.
Se fue pasando así a un colegio en clave pastoral donde hoy existe una Comunidad Educativa, donde se tiende a que toda actividad sea evangelizadora, en la cual todo agente educativo en proceso de maduración es evangelizador, promoviendo a todos los núcleos  de la Comunidad, esforzándose por construir el Reino.
Además de la catequesis escolar, surgieron como experiencias evangelizadoras dentro de la pastoral educativa el grupo misionero con jóvenes, el grupo de padres de apoyo a las misiones, la infancia misionera, grupo de delegados de curso y animadores. Se organizaron encuentros, semana vocacional, proyecto de vida, convivencias, misa mensual comunitaria, campamentos, celebraciones con padres por grupo áulico.
            Todos los esfuerzos siguen estando hoy al servicio de la construcción de una Comunidad Solidaria y Fraterna, que propone el diálogo con el Evangelio desde una postura convergente e integradora en la misión trascendente de la historia, comprometida con la dignidad del hombre, desde el diálogo, la tolerancia, el respeto y la colaboración.  Así asumimos con responsabilidad, conciencia crítica, mirada amplia el acontecer social, cultural y eclesial, situación desafiante que pone a prueba nuestra capacidad de iniciativa, de coordinación y de compromiso misionero.

martes, 3 de abril de 2012

Hasta siempre querido Gustavo...


Como si el ruido pudiera molestar


Fue como si el viento hubiera comenzado a traer las penas. Y de repente todos los animales se enteraron de la noticia. Abrieron muy grandes los ojos y la boca, y se quedaron con la boca abierta, sin saber qué decir.
Es que no había nada que decir.
Las nubes que trajo el viento taparon el sol. Y el viento se quedó quieto, dejó de ser viento y fue un murmullo entre las hojas, dejó de ser murmullo y apenas fue una palabra que corrió de boca en boca hasta que se perdió en la distancia.
Ahora todos lo sabían: el viejo tatú estaba a punto de morir.
Por eso los animales lo rodeaban, cuidándolo, pero sin saber qué hacer.
—Es que no hay nada que hacer —dijo el tatú con una voz que apenas se oía—. Además, me parece que ya era hora.
Muchos hijos y muchísimos nietos tatucitos miraban con una tristeza larga en los ojos.
—¡Pero, don tatú, no puede ser! —dijo el piojo—, si hasta ayer nomás nos contaba todas las cosas que le hizo al tigre.
—¿Se acuerda de las veces que lo embromó al zorro?
—¿Y de las aventuras que tuvo con don sapo?
—¡Y cómo se reía con las mentiras del sapo!
Varios quirquinchos, corzuelas y monos muy chicos, que no habían oído hablar de la muerte, miraban sin entender.
—¡Eh, don sapo! —dijo en voz baja un monito—. ¿Qué le pasa a don tatú? ¿Por qué mi papá dice que se va a morir?
—Vamos, chicos —dijo el sapo—, vamos hasta el río, yo les voy a contar.
Y un montón de quirquinchos, corzuelas y monitos lo sigueron hasta la orilla del río, para que el sapo les dijera qué era eso de la muerte.
Y les contó que todos los animales viven y mueren. Que eso pasaba siempre, y que la muerte, cuando llega a su debido tiempo, no era una cosa mala.
—Pero don sapo —preguntó una corzuela—, ¿entonces no vamos a jugar más con don tatú?
—No. No vamos a jugar más.
—¿Y él no está triste?
—Para nada. ¿Y saben por qué?
—No, don sapo, no sabemos...
—No está triste porque jugó mucho, porque jugó todos los juegos. Por eso se va contento.
—Claro —dijo el piojo—. ¡Cómo jugaba!
—¡Pero tampoco va a pelear más con el tigre!
—No, pero ya peleó todo lo que podía. Nunca lo dejó descansar tranquilo al tigre. También por eso se va contento.
—¡Cierto! —dijo el piojo—. ¡Cómo peleaba!
—Y además, siempre anduvo enamorado. También es muy importante querer mucho.
—¡Él sí que se divertía con sus cuentos, don sapo! —dijo la iguana.
—¡Como para que no! Si más de una historia la inventamos juntos, y por eso se va contento, porque le gustaba divertirse y se divirtió mucho.
—Cierto —dijo el piojo—. ¡Cómo se divertía!
—Pero nosotros vamos a quedar tristes, don sapo.
—Un poquito sí, pero... —la voz le quedó en la garganta y los ojos se le mojaron al sapo —. Bueno, mejor vamos a saludarlo por última vez.
—¿Qué está pasando que hay tanto silencio? —preguntó el tatú con esa voz que apenas se oía—. Creo que ya se me acabó la cuerda. ¿Me ayudan a meterme en la cueva?
Al piojo, que estaba en la cabeza del ñandú, se le cayó una lágrima, pero era tan chiquita que nadie se dio cuenta.
El tatú miró para todos lados, después bajó la cabeza, cerró los ojos, y murió.
Muchos ojos se mojaron, muchos dientes se apretaron, por muchos cuerpos pasó un escalofrío.
Todos sintieron que los oprimía una piedra muy grande.
Nadie dijo nada.
Sin hacer ruido, como si el ruido pudiera molestar, los animales se fueron alejando.
El viento sopló y sopló, y comenzó a llevarse las penas. Sopló y sopló, y las nubes se abrieron para que el sol se pusiera a pintar las flores. El viento hizo ruido con las hojas de los árboles y silbó entre los pastos secos.
—¿Se acuerdan —dijo el sapo— cuando hizo el trato con el zorro para sembar maíz?
Gustavo Roldán